jueves, 13 de agosto de 2009

Las Betarragas, Cap.06 (Adelanto EXCLUSIVO de la novela del mismo nombre)

Algo estaba pasando conmigo. Si bien mi relación con Aurora estaba en Stand By, con todas las bondades y obligaciones que contrae tal condición, me sentía culpable de no sé qué. Tenía el número de Bárbara, pero no me atrevía a llamarla. Además estaba más preocupado de… nada. En realidad, eran mis amigos de años atrás que estaban preocupados de contactarme de invitarme miles y miles de cervezas, cientos de almuerzos, y unas cuantas exposiciones de arte, de las cuales el noventa por ciento evidenciaba que los chilenos aún no salen del amateur.

Me fui haciendo adicto del Messenger y del Facebook. No soy adicto a Twitter solo por que no sé como cresta usarlo. Si el lector tiene más de cuarenta años, o no frecuenta la computación, no sabe de lo que le hablo, aparte de no saber el placer del que se está privando. Ahí conocí a una chica de Concepción, ciudad que siempre me encandiló. Si alguien, hace siete años me hubiera ofrecido vivir allá, o si se pudiera vivir del arte en Concepción, no les quepa duda que ahí me instalaba y de ahí no me sacaba ni Randy Stevenson y su invitación a exponer en Londres y Manchester. La cosa es que esta niña, que se me presentó como Shizuka, me comentó después de mucho tiempo – yo estaba deambulando entre Praga, Copenhague, Luxemburgo y Florencia cuando comencé a chatear con ella, y con los cientos de contactos que existían en Facebook -, que venía a Santiago a carretear. Creo que ese fin de semana no había panorama, así que la invité un café el sábado en la tarde (que nos tomamos recién el domingo al atardecer), fuimos a Bellavista, nos tomamos unas cervezas y una orden de papas fritas que no le tapaba una muela a nadie, hicimos un perro muerto medio frustrado por que a uno de los chicos lo agarró uno de los empleados del local, seguimos en un departamento en Ñuñoa. Ojo: toda era gente a la que no conocía, a Shizuka solo por fotos y chat. Jamás olvidaré esa triste noche cuando conocí a Shizuka en una sala de chat, noche en la cual vomité tres veces el teclado de mi computador por culpa de una comida mal preparada. Despertamos el domingo como a las dos de la tarde. Fue impresionante. No era primera vez que iba al encuentro de gente que no conocía en persona, y que por lo tanto mucho menos conocía sus costumbres, gustos o actitudes, pero era la primera vez que antes del encuentro me sentía en una extraña desventaja. En fin, lo pasé bien, arreglé el mundo con gente a quién no conocía, y que hoy de seguro si me los encuentro en la calle los reconoceré de inmediato.

Llamo a Shizuka y le cuento que va a ser parte de estas páginas. Se opone tajantemente, frente a lo cual no tengo nada que hacer. Mañana mismo retiro esta parte del texto. “El capítulo 06” va a ser el capítulo prohibido, por que no va a venir incluido en ninguna parte. Ni en mi blog, ni en Facebook, ni en una antología, ni lo adaptaré para una instalación. Nadie sabrá de la existencia de Shizuka. Esto será un secreto entre ustedes y yo.

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